miércoles, agosto 23, 2006

FESTIVAL DE DANZAS: HOMBRES Y MUJERES JOVENES

Fotos. Barbara Abril

domingo, agosto 20, 2006

ACTIVIDAD DE SERVICIO-MANOS QUE AYUDAN

Fotos: Calarpe

Foto. Barbara Abril

Fin de la Jornada de Servico Manos que Trabajan

posan parte de los participantes de la

Estaca Lima Perú Santa Isabel

!!!!!Tarea Cumplida!!!!!

domingo, agosto 13, 2006

ACANTONAMIENTO DE HOMBRES Y MUJERES JOVENES

Dos jóvenes nos relatan como fue su minicampamento de día y medio en el soleado club Las Retamas

FORTALEZA PARA LA JUVENTUD EN EL RETAMAS CLUB

Por Karen Jimenez Cardozo Presidenta Clase Laureles

Aun somnolientos nos reunimos a las 7 de la mañana el viernes 11 de agosto todos los líderes y jóvenes del barrio en la capilla. Estábamos ansiosos de partir rumbo al acantonamiento. Llegamos al club Retamas con los ánimos al tope y cantando al contagiante ritmo del reggaeton que sonaba a todo full en nuestra combi. Ingresamos y nos separamos por clases para armar nuestras carpas (todo un desafío para las Laureles…Abú L….fuimos las últimas en acabar). Luego del devocional disfrutamos de la piscina (que por cierto tenia el agua muy caliente ¿no laura?) Luego almorzamos y la comida estuvo muy rica, por cierto. Tras un reposo tuvimos una clase a cargo del hermano Carlos Vilchez sobre las “Bendiciones y el Poder del Sacerdocio”. Entonces llegó el momento de la tarde de talentos. Cada carpa preparó un himno y una dramatización sobre un principio de “La Fortaleza de la Juventud”. Se presentaron temas como las salidas con jóvenes del sexo opuesto y santificar el día de reposo. Esta fue la ocasión para el super debut teatral de las Laureles, con la presentación estelar de Yusselin como Yusselon, ups, perdón, diré Kevin (hizo de hombrecito) y de Laura en el papel de la niña miembro confundida por las proposiciones incorrectas de su enamorado no miembro llamado Kevin. Katty en el personaje de la amiga “mala” la de los malos consejos y Karen, o sea yo, como la amiga buena, buena, buena, que solo sabia dar sabias palabras y hacía recordar los principios de la Iglesia (En realidad tuve que representarme a mi misma, je je. Esa es la ventaja de ser la autora de este texto) Ya de noche entre risas y bromas de los chicos pudimos rescatar las enseñanzas. Nos preparamos para cenar y luego de ello nos reunimos alrededor de una fogata junto a los Hombres Jóvenes y con nuestros respectivos líderes. Fue el momento del acantonamiento en el que cada joven se pudo edificar y sentir el Espíritu.

Al estar alejados de los ruidos del mundo y poder observar un cielo infinito repleto de estrellas, pudimos ganar un testimonio de la creación, la existencia y amor de nuestro Padre Celestial. Cada joven dio su testimonio y de cada uno aprendimos algo y nos fortalecimos.

UNA INOLVIDABLE NOCHE DE FOGATA
Por Rolando Albujar Gonzales
Presbitero
El acantonamiento llegó, cuando parecía que ya no podríamos salir. A las 7:30 todos los jóvenes estaban listos para comenzar el viaje. Las fotos previas a la partida se prestaban para "prófeticos" comentarios: "la última foto" o "la foto antes de la tragedia", decian algunos optimistas. Igual, a pesar de esos buenos augurios partimos rumbo a Las Retamas.
El viaje fue mas corto de lo esperado, cuando la combi paro pense que, como toda combi, se habia malogrado, pero no, ya habiamos llegado. Dentro del club iniciamos el armado de carpas por quorumes y por primera vez en la historia de los acantonamientos de barrio, los maestros y presbiteros pudieron armar una carpa por si solos. Las Laureles, fiel a su tradición, tardaron mas de la cuenta y las abejitas sorprendiendo a todos, terminaron primero. Si parecían abejitas colmeneras !que organización!.
Luego vino el protocolo y el devocional. El presidente de los Hombres Jóvenes, Rolando Albujar (mi homónimo) hizó una reseña histórica de los simbolos patrios y una escolta conformada por los presbiteros y abejitas del barrio mostraron una marcializadad sorprendente en la marcha. Terminada esta ceremonia se dio lectura al programa. Asi nos enteramos que el futbol no tocaba si no hasta el día siguiente. Noticia que, desde luego, no fue celebrada por los Hombres Jóvenes. Pero con la disciplina que nos caracteriza iniciamos las actividades.
Nos reunimos por quorumes y nos separamos para realizar nuestras metas del programa "Mi deber a Dios". Los presbiteros contamos historias personales y con dificultad memorizamos las oraciones sacramentales.
Luego hicimos una actividad de servicio que consistía en dejar limpio el lugar. Con el apoyo y trabajo de todos terminamos la actividad muy rápido.
Continuando con el programa toco la hora del rico chapuzón en la piscina. El agua esta helada pero igual nos divertimos mucho. Jugamos como una hora y luego de eso llegó la hora (felizmente) del almuerzo. Los jóvenes se cambiaron rápidamente y las largas colas detras de las ollas no se hicieron esperar.
Los prebisteros comieron juntos dando rienda suelta a sus instintos, destacando los hermanos César y David quienes dieron una clase de como se debe comer con agradecimiento. A su lado el resto eramos unos inapetentes.
Despúes del almuerzo, mientras las Mujeres Jóvenes estaban en la piscina nosotros nos las arreglamos para jugar un pequeño encuentro pelotero. Es importante dar cuenta de que el equipo de Carlos Vilchez y Carlos Albujar (es mi hermano, pero nose nada) no quisieron pagar lo acordado. Luego de ese incidente recibimos una capacitación a cargo del hermano Carlos Vílchez, en la que los presbiteros demostraron sus conocimientos (y humildad) y sus ganas de ser ejemplos.
La tarde de talentos fue lo siguiente. Los jóvenes demostraron sus capacidades histrionicas dramatizando los problemas que actualmente sufren, basando los argumentos en los principios enseñados en "La Fortaleza de la Juventud".
Al oscurecer llegó el momento de la fogata, una actividad que los líderes y jóvenes dificilmente olvidarán. El presidente comenzó con un testimonio muy sincero y luego dio el tiempo a la presidenta de las Mujeres Jóvenes, que hizo llorar a más de uno. Luego fue el turno de las Laureles quienes a través de sus testimonios trasmitieron sinceridad, valentía y seguridad. Entonces llegó el momento para los Presbiteros, quienes contra todo pronóstico, rompieron a llorar casi masivamente, sacando amplia ventaja al resto de clases y quorumes. Bromas a parte fue un lindo momento, porque se sintió el Espíritu del Señor en todo su esplendor. Todos los jóvenes dieron sentidos testimonios, y expresaron su deseo de jamás olvidarse del Señor y su Iglesia.
Terminada esta significativa reunión nos fuimos a dormir. Se discutieron el orden de las guardias y a mi grupo (los Presbiteros) le tocó el turno de las 4 de la mañana. En esta parte del relato debemos destacar la imaginación de Carlos Vílchez a quien cualquier ruido de pato silvestre lo ponia en alerta roja, deseando más que nunca que llegué la hora del desayuno. De todos modos hicimos un "peinado" de la zona tomando en cuenta los amenazantes peligros que puede esconder un club privado.
Cumplido nuestro deber se despertó a todos los jóvenes para la clase de seminario. Aprendimos sobre el propósito del estudio de las Escrituras. Todos salimos con el deseo de recordar siempre ese principio.
Luego tomamos el desayuno, momento en el que se registraron algunas escaramuzas por unos panes, los que se solucionaron rápidamente gracias a nuestro espíritu pacífico y concertador. Comiditos y con energías empezamos una minicaminata. Fue tan pequeña que la energía nos sobró. La misma que supimos derrochar al regreso cuando por fin llegó el momento oficial del futbol. Fue un buen partido, bien jugado.
Finalmente era el momento de partir. Las carpas se desarmaron muy rápido y ante la demora de nuestra combi empezamos a cantar. Cuando por fin llegó e ibamos rumbo a casa nadie cantaba, ni hablabá, ni bromeaba con el destino. El cansansio y la satisfacción nos sumió en el más profundo sueño. Al punto que nadie recuerda como fue el regreso de una de las mejores actividades que tuvimos este año.

viernes, agosto 11, 2006

GORDON B. HINCKLEY PRESIDIRA CONFERENCIA DE ESTACA

Este domingo a través del satélite el Profeta presidirá en simultaneo las conferencias de varias estacas del país.

La primera vez que estuve cerca del presidente Gordón B. Hinckley lo vi a través de una pantalla. El no estaba a más de veinte metros pero lo escuchaba y observaba a través de un monitor de TV. Los rostros de gente conocida que le rodeaban acentuaban la sensación de proximidad. Tenía 10 u 11 años y a mi lado recuerdo a mi madre. Gordón B. Hinckley, en esa época consejero de la Primera Presidencia, comentaba asombrado la juventud de la directora del coro que hacía instantes había interpretado El Espíritu de Dios, según mi recuerdo, como un canto de ángeles.
Aquella jovencita, era la hermana Teresa Bobbio (hoy de Vílchez), y el acontecimiento era parte de la sesión dedicatoria del Templo de Lima Perú. Lo que describo someramente es parte de los recuerdos fugaces que conservo de aquel día. Lo que me sobrevive con mayor claridad es la emoción de estar en ese lugar santo del que había escuchado en las noches de hogar y por el que se había esperado tanto (es imborrable la alegría de mi madre). Respecto a Hinckley, confieso que a penas lo conocía, o al menos ese es mi recuerdo. Para mí quien importaba en aquella época era el profeta. Hay que comprender que apenas era un niño.
Más tarde cuando ya era un misionero, me tocó asistir a una conferencia privada con Gordon B. Hinckley, entonces ya presidente de la Iglesia. A estas alturas ya apreciaba más a los apóstoles y consejeros de la primera presidencia que cuando niño. Había escuchado a más de uno en conferencias y había podido confirmar mi fe a través de sus palabras. Pero el hecho de estar tan cerca de una reunión en la que por primera vez en mi vida consciente, y sin pantallas de por medio, estaría viendo y escuchando a un Profeta de Dios, me tenía sumamente emocionado.
Al canto de Te damos Señor nuestras Gracias, el presidente Hinckley hizo su ingreso al salón donde nos encontrábamos. Los sentimientos de aquel momento son muy personales, solo diré que aquella reunión colmó inmensamente mis expectativas. El profeta dio un mensaje muy sencillo, que en resumen decía “trabajen duro y sean felices”, palabras de una composición bastante elemental, pero que dichas en aquella ocasión fueron inmensamente motivadoras. Hoy, cada vez que las cosas pintan muy mal, se que por ahí esta la salida, entre los muchos otros consejos que hemos recibido del Señor a través de sus siervos.
Este domingo es la conferencia de nuestra Estaca. El cartel anuncia que la misma será presidida por el presidente Gordon B. Hinckley. Algunos amigos me han preguntado si vendrá realmente y les he aclarado que presidirá la reunión a través del satélite. Esta es una novedad. A partir de este año una de las dos conferencias anuales será presidida por una autoridad general a través de ese sistema. Hoy nos toca que el profeta nos dirija la palabra. Es una ocasión especial. Habrá una pantalla de por medio y miles de kilómetros de distancia, pero podemos tener la seguridad que el consejo que recibiremos será el mensaje que Dios quiere trasmitirnos.
Estaremos atentos y le traeremos un informe de lo que aconteció.

HIMNOS DE SION

Crónica que relata lo que puede suceder en el momento menos pensado si de pronto escuchas unos himnos.

Hace unas semanas asistimos con el editor de este blog a la presentación de un grupo coral de la BYU, como parte de la conmemoración de los 50 años de la Iglesia en el Perú. Admito que la principal motivación para asistir tuvo que ver más con una expectativa puramente estética. Quería oír, complacido, interpretaciones esplendidas, o algún depurado trabajo coral. Pero lo que sucedió nada tuvo que ver con la satisfacción de esos deseos. En realidad, fueron superados ampliamente, pero desde otra perspectiva. Como experiencia personal fue mucho más de lo esperado.
Y no parecía. Pues cuando por fin llegamos al salón de actos del IRU, había en el ambiente la sensación de estar en una reunión más bien cotidiana. Para ser la conmemoración de los 50 años de la Iglesia en el país, el evento, de entrada, no anunciaba la importancia que ameritaba: escaso público a pocos minutos de iniciar el recital y evidentes movimientos logísticos de última hora. De ese modo, esperanzados en la calidad de los cuatro intérpretes que se anunciaron esperamos el inicio.
No es que nos estemos quejando, solo intento contar la experiencia, tal cual fue, sin edulcorar nada, y de cómo pese a los inconvenientes se convirtió en un día muy recordable. Por eso no hay afán quejoso cuando digo que la baja calidad del equipo de sonido se hizo evidente desde la primera canción. Porque ese mismo hecho realza la experiencia. Pues luego de iniciado el acto, interpretación tras interpretación, con cada canto nuevo se fue prestando menos atención a los detalles técnicos. Sobre todo en la parte final del programa, que fue lo que marco la diferencia de ese día con cualquier otro día normal.
Todo se fue configurando. Para empezar Emily S. Duke, sorprendía con una melodía andina en su voz de soprano. Cantaba a Wiracocha, el Dios blanco de los Incas. Ella, una joven ex misionera, e hija de una cultura tan distinta a la nuestra, abría el recital con un canto peruano. Era un buen inicio.
Enseguida, el director del grupo el hermano J. Arden Hopken, para seguir con las sorpresas entonaba en quechua el huayno La Cuzqueñita. Esta interpretación tuvo cálida acogida, al menos para el que esto escribe, por el especial entusiasmo con que fue hecha. Tal vez se explica en el cariño que Hopken tiene por nuestro país. Hace 40 años fue un misionero en estas tierras.
Siempre dentro del repertorio de música peruana, la hermana Gabriela Quezada, conocida nuestra y el hermano Juan Héctor Pereyra de nacionalidad chilena, interpretaron la marinera Soy Peruana, Soy Limeña, y el emblemático vals La Flor de la Canela, respectivamente. Cabe destacar estas dos últimas interpretaciones, y especial mención a la del chileno que lo hizo con un salero propio del limeño más mazamorrero.
Luego se sucedieron más temas del cancionero latinoamericano. Argentina, Colombia, Brasil, Chile estuvieron presentes a través de sus canciones. Letras que hablaban de añoranzas a pueblos y amadas. Hubo una melodía muy emotiva cuyo texto narraba una despedida. “Cuando rompa el alba tendré que partir” iniciaba el canto y entonces todos seguían la magnífica e intensa interpretación de Pereyra atentos a esas palabras de amor de dos seres que se alejan. Se trataba de una desconocida canción del folklore de Chile que, sospecho, muchos de los que estuvieron la recordarán por buen tiempo.
Hasta aquí ya había motivos suficientes para salir contentos. Para alguien que disfruta de la música que se canta con el corazón la sencillez del evento ya estaba justificada. Pero entonces vino el intermedio y como segunda parte del programa se anunciaron Himnos de Sion. Confieso que a lo máximo que llegó mi entusiasmo con ese anunció fue pensar: “a que bien, que arreglos harán”.
Los arreglos fueron sencillos. Algunos himnos se cantaron en solitario y otros en forma coral, pero, insisto, muy sencillos, como podría hacerlo un coro de algún barrio. Pero eso no importa. Algo sucedió. Casi escribo: no se que paso. Pero sería mentira, porque esta muy claro para mi lo que fue, pero honestamente, no lo esperaba.
Ya no fueron cantos, fueron, sobre todo, testimonios. No quiero parecer pomposo o solemne, nada de eso. Solo ser sincero y compartir que, de una manera muy sencilla e íntima supe, una vez más, a través de la interpretación muy sentida de unos himnos, la verdad de algunos asuntos.
Los himnos elegidos fueron, en orden de interpretación: Soy un Hijo de Dios, Yo se que vive mi Señor, El amor del Salvador, Donde hay Amor, Pensaste Orar, Su Luz en Mi, Tu me has dado muchas bendiciones Dios, y finalmente una muy emotiva Hermana Glade, esposa del presidente del Templo, canto El Padre Nuestro.
Las deficiencias de sonido a estas alturas era una anécdota pasada ¿Quién se acordaba? Lo que sucedía era que en escena estaban unos hermanos de fe de distintas nacionalidades cantando en un solo idioma: la verdad del evangelio de Jesucristo a través del lenguaje del Espíritu.
El presidente Spencer W. Kimball alguna vez dijo que “algunos de los más grandes sermones que se han predicado se han expresado por medio del canto de un himno”. Un sermón según el diccionario es el discurso para la enseñanza de la buena doctrina. Nunca más acertadas unas palabras para esta ocasión.
En lo que respecta a mí, permítanme expresarles con humildad, que aquella noche por medio de estos cuatro hermanos, dos norteamericanos, una peruana y un chileno, se reafirmo en mi corazón, a través del Espíritu Santo, el conocimiento de ser un hijo de Dios que necesita ser guiado, así como el consuelo del efecto salvador de nuestro señor Jesucristo.
Por eso fue un día distinto. Por eso desde esa vez cuando suena un himno estoy más atento. Gracias a todos, y ojalá organicen más recitales. Mientras tanto yo organizaré mis muy personales conciertos. Serán con guitarra y en mi cuarto.